En declaraciones recientes, el presidente estadounidense condiciona el envío de misiles de largo alcance al cumplimiento ruso de negociaciones y genera fuertes reacciones diplomáticas, mientras Kiev espera una decisión concreta.
Las declaraciones y el planteamiento estratégico
El 12 de octubre de 2025, Donald Trump declaró que considera suministrar misiles de crucero Tomahawk a Ucrania si Rusia no detiene su agresión, calificando esa entrega como “un nuevo paso de agresión” que podría cambiar el curso del conflicto.
Trump significó que esta opción se baraja como presión política hacia Moscú: “Si esta guerra no se va a resolver, podríamos decirles que enviemos Tomahawks”, afirmó en su vuelo hacia Oriente Medio. También indicó que preferiría que el suministro fuera canalizado mediante la OTAN, en lugar de una venta bilateral directa.
No obstante, el mandatario condicionó su decisión a que Ucrania informe con claridad cómo planea usar esos misiles, con el fin de evitar escaladas innecesarias.
Significado militar y diplomático de los Tomahawk
Los misiles Tomahawk tienen un alcance estimado de hasta 2.500 kilómetros, lo que permitiría a Ucrania alcanzar objetivos profundos dentro de Rusia, incluso instalaciones críticas o centros de mando.
Para Ucrania, el acceso a esa capacidad constituiría un salto cualitativo en su estrategia ofensiva: pasaría de depender de drones o cohetes de alcance medio a tener herramientas de precisión estratégica con mayor alcance y control.
Desde el punto de vista diplomático, la entrega de Tomahawk podría interpretarse como una escalada clara frente a Rusia. Moscú ha advertido que esos misiles difícilmente podrían distinguirse visualmente de versiones nucleares tras su lanzamiento, lo que eleva el riesgo de error interpretativo.
De hecho, el exfuncionario ruso Dmitri Medvédev respondió que el suministro podría “acabar mal para todos, especialmente para Trump”, insinuando respuestas militares o estratégicas severas.
Reacciones internacionales y escenarios futuros
Las respuestas no se hicieron esperar. Rusia lo consideró una amenaza directa, con voceros advirtiendo que el uso de esos misiles podría ser catalogado como un acto de agresión contra su territorio.
En Ucrania, el presidente Volodímir Zelenski calificó sus conversaciones con Trump como “productivas”, y confirmó que parte del diálogo giró en torno al fortalecimiento de la defensa aérea y capacidades de largo alcance.
Zelenski también ha insistido en que, de recibir los misiles, Ucrania los emplearía exclusivamente contra objetivos militares, evitando blancos civiles.
Por su parte, gobiernos europeos observan con cautela: algunos respaldan la idea como un medio de presión adicional contra Rusia, mientras otros temen que escale el conflicto.
Queda ahora esperar la reunión entre Trump y Zelenski en Washington, prevista para los próximos días, en la que ese punto estará entre los asuntos prioritarios.
El mensaje de Trump señala un giro en su posicionamiento respecto a Rusia, sugiriendo que la credibilidad militar y diplomática estadounidense volverá a jugar como factor decisivo. Si la entrega de Tomahawk llega a concretarse, el mapa estratégico del conflicto puede experimentar una transformación súbita.







