El exfiscal general anuncia su renuncia a la precandidatura para 2026, denuncia falta de garantías durante su aspiración y propone confluir fuerzas de derecha frente al actual gobierno.
Decisión pública y razones esgrimidas
El 5 de octubre de 2025, Francisco Barbosa, quien ejerció como Fiscal General entre 2020 y 2024, hizo pública su determinación de abandonar su precandidatura presidencial para las elecciones de 2026. La decisión fue explicada en una entrevista en la que señaló que no se le otorgaron condiciones mínimas de seguridad para recorrer el territorio nacional ni desplegar una campaña efectiva.
Barbosa precisó que, tras el atentado y asesinato del senador y precandidato Miguel Uribe Turbay, la dimensión del riesgo político en Colombia se intensificó. En su caso, afirmó que su esquema de protección fue reducido durante el último año y que nunca pudo movilizarse con protección suficiente.
Adicionalmente, sostuvo que la dispersión de candidaturas dentro de la centroderecha y derecha es un riesgo para lograr un frente competitivo, y exhortó a los aspirantes con baja intención de voto a retirarse y respaldar figuras con mayor viabilidad.
Reacciones, contexto político y desafíos estructurales
La renuncia de Barbosa ha generado eco en el panorama electoral colombiano. Algunos precandidatos de su propio espectro político expresaron simpatía por su postura y coincidieron en la importancia de una coalición que enfrente al oficialismo con unidad.
No obstante, la salida también abre interrogantes sobre las condiciones de seguridad política en el país. Que un exfiscal de alto perfil afirme no haber tenido garantías mínimas para realizar campaña acusa una fragilidad institucional preocupante.
Políticamente, Barbosa deja en el aire una variable: su capacidad de formar alianzas o respaldar a candidatos emergentes. Si bien no anunció adhesiones concretas al momento, manifestó interés en aportar desde el debate público, la academia y los medios.
Un desafío estructural será para la centroderecha asimilar esa renuncia sin fracturas mayores en su base política, aun cuando ya existía tensión por la multiplicidad de aspirantes sin consenso claro. La renuncia podría actuar como catalizador del realineamiento político hacia menos fragmentación.
Implicaciones para las elecciones de 2026
La salida de un aspirante de ese perfil podría modificar las fuerzas relativas dentro de la contienda presidencial. Barbosa representaba una figura con credenciales institucionales, antecedentes en justicia y con discurso crítico frente al gobierno actual. Su ausencia deja espacio para que otras candidaturas crezcan o capten apoyos que podrían haber sido suyos.
Sin embargo, si los temas que motivaron su retiro –seguridad, garantías electorales, polarización– no encuentran respuestas estructurales, la renuncia servirá de advertencia para otros aspirantes. El efecto dominó podría implicar que más figuras opten por declinar si perciben riesgo real en su participación.
En última instancia, la elección presidencial de 2026 se afronta en un contexto donde la seguridad, la institucionalidad y la unidad opositora serán pilares decisivos. La renuncia de Barbosa puede ser recordada no solo como el abandono de una candidatura, sino como un símbolo de los obstáculos que pesan sobre quienes aspiran a competir en un entorno político tenso.







