Elegida por el Parlamento el 21 de octubre de 2025, Takaichi se convierte en la primera mujer en asumir la jefatura del Gobierno japonés; su línea conservadora y un gabinete escasamente paritario anuncian una etapa de claroscuros.
La elección y su significado histórico
El 21 de octubre de 2025 la Cámara Baja del Parlamento japonés eligió a Sanae Takaichi como primera ministra, con 237 votos de 465, acto que fue seguido de la aprobación formal en la Cámara Alta y la posterior jura ante el Emperador. Con este nombramiento Takaichi pasa a la historia como la primera mujer en ocupar la jefatura del Ejecutivo nipón. La llegada al poder es fruto de su victoria en la presidencia del Partido Liberal Democrático (LDP) y de un acuerdo de coalición con el Japan Innovation Party, que le garantizó la mayoría parlamentaria necesaria para constituir gobierno.
El hecho mismo de que Japón estrene primer ministra casi ocho décadas después de instaurada la Constitución subraya el carácter simbólico del hito, en un país donde la representación femenina en el Legislativo sigue siendo baja. Sin embargo, la dimensión simbólica convive desde el primer día con tensiones políticas y expectativas pragmáticas sobre su gestión.
Perfil político y línea de gobierno anunciada
Takaichi, veterana de la LDP y conocida por su cercanía a la escuela política de Shinzo Abe, ha sido descrita como conservadora y partidaria de una mayor proyección estratégica y de seguridad nacional para Japón. Durante su recorrido público aboga por la revisión del artículo 9 de la Constitución —relativo al uso de la fuerza— y por una política económica que retome elementos de la “Abenomics” con énfasis en gasto proactivo.
En materia social, ha mantenido posiciones tradicionales: se ha mostrado reticente a reformas que faciliten la sucesión imperial femenina o que impulsen cambios rápidos en materia de matrimonio y género. Su gabinete inicial, compuesto mayoritariamente por hombres, incluye apenas dos ministras, lo que ha reforzado las críticas sobre la coherencia entre su investidura histórica y la práctica gubernamental.
Desafíos inmediatos y proyecciones internacionales
El nuevo Ejecutivo afronta retos de alta complejidad: un entorno económico marcado por la inflación importada y el debate sobre políticas monetarias, un Parlamento sin una mayoría holgada y relaciones regionales tensas —especialmente con China y Corea del Sur— que exigen equilibrio diplomático. Además, la administración debe gestionar la alianza con Estados Unidos en un escenario geopolítico inestable en Asia-Pacífico.
La estabilidad de la coalición LDP–Japan Innovation Party será clave para aprobar reformas ambiciosas, en particular la voluntad de modificar la doctrina constitucional. Internamente, la legitimidad política de Takaichi dependerá de su capacidad para traducir simbolismo en políticas efectivas que mejoren la vida cotidiana y la inserción internacional de Japón. El mundo observará si la primera mujer en ocupar el cargo convierte el hito histórico en una plataforma de gobernanza pragmática o si su mandato queda marcado por contradicciones entre retórica y acciones.








