La Real Academia de Ciencias de Suecia reconoció sus aportes para entender cómo la innovación y la “destrucción creativa” impulsan el progreso económico sostenido.
El galardón y su fundamento teórico
El Premio del Banco de Suecia en Ciencias Económicas en memoria de Alfred Nobel 2025 fue concedido al historiador-economista Joel Mokyr y al dúo Philippe Aghion y Peter Howitt por su investigación acerca del crecimiento económico impulsado por la innovación tecnológica. La Academia justificó que su trabajo “explica cómo la innovación sirve como motor de crecimiento sostenido” y subraya que la prosperidad moderna depende del reemplazo continuo de tecnologías antiguas por nuevas.
La mitad del premio recayó en Mokyr por identificar los requisitos esenciales para que el progreso tecnológico se sostenga en el tiempo, mientras que Aghion y Howitt comparten la otra mitad por desarrollar formalmente la teoría del crecimiento sostenido mediante “destrucción creativa”.
Este premio llega en un momento en que muchas economías enfrentan estancamiento de productividad, por lo que sus ideas adquieren relevancia para diseñar políticas industriales, de competencia e innovación en el siglo XXI.
Implicaciones y debates para la política económica
El reconocimiento de Mokyr, Aghion y Howitt ilumina la urgencia de reorientar políticas públicas hacia modelos que faciliten la innovación, la competencia y la desinversión de tecnologías obsoletas. En muchas naciones, la rigidez regulatoria y esquemas proteccionistas han frenado el avance tecnológico. Las teorías del premio sugieren que solo mediante un ambiente dinámico donde empresas nuevas desplazan a las antiguas puede sostenerse el crecimiento.
Expertos advierten que tales reformas requieren equilibrar dos fuerzas: estimular innovación sin destruir industria local prematuramente y proteger actores vulnerables sin sacrificar progreso. Asimismo, las políticas de transferencia tecnológica, incentivos de investigación y fortalecimiento institucional serán esenciales para traducir las teorías en resultados tangibles.
En América Latina, donde los retos de productividad y dependencia tecnológica son notables, esta lección es particularmente pertinente: la región podría apostar por sectores emergentes que rompan ciclos de atraso si adopta marcos regulatorios y educativos acordes con los tiempos.
El simbolismo del Nobel y su vigencia futura
Más allá del valor académico, el premio representa un reconocimiento simbólico: en tiempos donde el crecimiento mundial decae, el entendimiento profundo de las raíces del progreso es más valorado que nunca. Las ideas de “creative destruction” se reafirman como guía teórica para gobiernos, inversores y científicos.
Para los laureados, el premio significa validación internacional de décadas de investigación —Mokyr con su mirada histórica y Aghion-Howitt con modelos formales— y les coloca en el centro del debate público sobre cómo se debe gobernar la economía moderna.
En los próximos años, la eficacia de las teorías reconocidas dependerá de su implementación y adaptabilidad en contextos diversos. Si los países asimilan estas lecciones y aplican reformas con visión a largo plazo, el Nobel de Economía de 2025 podría marcar el inicio de una nueva era en el diseño del progreso global.







