Con vagones restaurados y rutas entre Paipa, Duitama, Sogamoso y Nobsa, el tren une historia, paisaje y cultura; una experiencia ferroviaria para explorar el corazón del altiplano colombiano.
Historia restaurada: origen y puesta en marcha
Después de más de cinco décadas sin operar para pasajeros, Colombia reactivó el transporte ferroviario turístico bajo el nombre Tren de la Vida y la Esperanza, con una ruta que conecta los municipios boyacenses de Nobsa, Sogamoso, Duitama y Paipa. El proyecto fue formalmente inaugurado el 28 de septiembre de 2025, como parte del plan nacional de reactivación ferroviaria liderado por el Ministerio de Transporte y la Agencia Nacional de Infraestructura (ANI).
El tren opera con vagones restaurados por empresas locales, algunos de estilo clásico—el llamado “vagón legado”—y otros de lujo con instalaciones modernas. Durante su recorrido los pasajeros disfrutan panoramas del altiplano, estaciones adaptadas para turismo local y servicios complementarios.
Este proyecto representa no solo una apuesta turística, sino también un símbolo del retorno del tren de pasajeros en el país, con un enfoque patrimonial, cultural y de desarrollo regional.
Experiencia turística y atractivos en ruta
La propuesta del Tren de la Vida y la Esperanza combina movilidad con inmersión cultural. Cada municipio por el que pasa ofrece paradas con componentes turísticos locales: gastronomía regional, productos artesanales, museos locales y paseos naturales.
Los vagones de lujo están equipados con aire acondicionado, ventanales panorámicos, banquillos cómodos y baños modernos, buscando brindar una experiencia comparable a la de un servicio ferroviario de alta calidad.
En su fase inicial, la operación será escalonada para ajustar frecuencias, mantenimiento de vía y coordinación con las alcaldías locales. Los boletos ya están disponibles y se estima que los precios oscilan entre 35.000 y 45.000 pesos por tramo, dependiendo de la ruta parcial o completa.
La iniciativa también genera un efecto multiplicador: empleo local (guías, operación, mantenimiento), reactivación de estaciones históricas y fortalecimiento de la cadena turística regional.
Desafíos y potencial para la expansión
Aunque la puesta en marcha es auspiciosa, el proyecto enfrenta retos: infraestructura férrea en deterioro, adaptación de vías antiguas, logística de operación y garantizar la sostenibilidad financiera con demanda suficiente.
Adicionalmente, articular el tren con otros modos turísticos (alojamiento, rutas de naturaleza, transporte local) será clave para consolidar el proyecto como oferta integral.
Si logra estabilizarse, el Tren de la Vida y la Esperanza puede servir como modelo replicable en otras zonas del país con líneas férreas patrimoniales, integrando comunidades, turismo cultural y conexión regional.
En suma, este tren no solo recorre kilómetros: recorre memoria, paisaje y futuro. Colombia suma un activo turístico estratégico, que invita a viajeros a redescubrir el encanto ferroviario del país.







